Nº 11 | Poesía | Terror | 227 versos | Kütral Vargas Huaiquimilla | Chile


ÓPERA VAMPÍRICA MAPUCHE

Para Y.H. y el recuerdo
de un concierto de olas, bajo las estrellas Niebla.

Escena

EXT. PLAYA – AMANECER

Rayen del Kütral; cantante de ópera y vampira solitaria de cuatrocientos años, está de pie sobre una roca en la costa del Pacífico. Como todos los días, antes de que el amanecer llegue al litoral que habita, eleva su garganta al cielo. Anclada sobre la dureza de las piedras, deja que las olas y su rumor sean un coro que acompaña su historia. 

Todos ellos llegaron aquí con la ira de una sombra

“En cuanto a Colón mismo, el primer día que hizo contacto con el Nuevo Mundo, afirmó: «Yo, plaziendo a Nuestro Señor, llevaré de aquí al tiempo de mi partida seis [nativos] a Vuestras Altezas para que deprendan fablar». El secuestro de este primer grupo en Guanahani, el 14 de octubre de 1492, fue seguido por el rapto de cinco hombres, siete mujeres y tres jóvenes en Cuba, el 12 de noviembre del mismo año, y de cuatro hombres en La Española, el 15 de enero de 1493.” 
Zoológicos humanos.

Llegó con la fuerza de la noche

1

Animal fabuloso fui.

Divina cría de la tierra

meciendo en su teta rota

el dolor del viaje.


De tiempo la medida del dolor.


Todo inició a filo de espada 

en la sangre del primer caído.

Fuiste tú mi querido, alba que se apaga. 


Entre muertos y árboles soñé el futuro de tus

ojos derribados en plena lucha.


En el borde del ataque a siglos de distancia,

te invoqué en mi llaga venidera,

por deseo de vientos circulando.

2

Una sombra bajó en las barcas 

junto a esos hombres. 

Trajeron consigo el hambre.

Y nadie fue testigo de su gracia, más que yo.


Cuando fue pecado nuestra belleza

para la sombra fue deseo.

Ella notó en mi cuello el sabor del paraíso. 

3

En un siglo de colonias.

Huyendo sobre un caballo ardiente, perdí tu amor.

Atrás voces gritaban en antigua lengua

el despojo.


Fui herida por el corte de un santo reino español.

En mi seno abierto nació leche desolada.


Espadas y traiciones hundían estirpes

en lagos de ñachi tibio. Quise morir.

En dramático rescate

la sombra trincó el aliento del hombre armado 

que quemó mis campos pretéritos.


Me dio a elegir la eternidad o morir con mi gente.

Escogí perdurar de triste resplandor.


Cercenó mi garganta,

de su mano bebí arcas de voces apiladas.

A laringe cortada intenté vivir paria 

en lengua de invasores.

4

Mi piel mudó de luna su color,

pómulos se hicieron Alpes 

en caricia de espanto indígena.


Despedí la luz del día,

atormentada de hambre corrí monte adentro. 

Buscando la sangre de picaflores y guiñas, 

durante siglos Piuchén me gritaron.

No llevaba espada, sólo el filo de mi boca rabiosa.

Llanto intermedio

Sentada en las rocas de la historia 

observé el mundo caer

y esperé a que nacieras en otros ojos. 

Preñé de efemérides mi vientre

un hijo que nunca pude regalar

a patrones déspotas.

Guerras sucedieron, pirámides aztecas abrieron paso al silencio.

Pensé en contagiar de lunas las naciones en declive.

Pero, ¿qué sería de matrias sin sol que guíe

el rastro de nuestra herencia?

Rayén del Kütral

Flor de fuego, 

antigua como américa desnuda de nombre

vigilé el furor cansado del hurto originario. 

Sí me habían robado todo y tu boca

yo robaría la noche. 


Hui diaspórica a nuevas eras, 

y en la ida olvidé mi lengua.

En el canto este pájaro cargaba su propia jaula. 

Diaspórica

1

Siguiendo estelas de las primeras barcas,

en documento falso, perdí mi nombre de nacida.

Apetencia de visiones brotaron 

en el risco de mi ojo.

No pude soñar jamás nunca

nuevamente la tierra de mis pies. 

2

crucé para verte de nuevo

Mares occisos nacieron por garganta sola,

en navíos de lepra esparcida en islas de Polinesia.


A la sombra de Europa fui, 

escribí para que ella me encontrara.

Buscaba esa madre de la noche que hizo mi eterna juventud. 

3

Me hicieron fumar kimonos de sedas orientales.

Y mi sangre ungida en guerras de opio 

olvidó olas del pacífico en antiguo Londres. 

Ciudades crecieron más que ríos;

Támesis en mi costado,

Sena lleva una lágrima, 

Toltén en el recuerdo. 


Llena de sombra poseí 

el canto de una estrella 

que dijo ser mi abuela.

Rayen me decía. Rayen me decía.

Prendí el resto de mi nombre 

para iluminar la historia.

Memoria del canto 

Eterna en el tedio de los vivos.

Crucé el tiempo escuchando 

lenguas de Abya Yala perecer.


Sofocada en cuellos desnucados,

dejé huellas de sangre sobre la nieve.

En mansedumbre de servicios, 

fui polvo que se limpia 

en la cocina de Viena.


Detrás de una puerta escuchó un hombre

mi balada austral, mientras barría el silencio de mis pasos.


Tomó mi brazo para dejar de servir 

a ellos y servir de nuevo a la noche,

habitar incierta piel sin reino olvidada de Wallmapu.


Enamorada del huir,

una aria manchó mi vestido. 

Entre pelucas y luces coreé desganada 

y de nórdicas alturas, deserté hasta campos elíseos.

CORO

La nombraron reina de la noche.

 El paso de siglos,

eran el parpadeo de una estrella.

Preciosa canción de sangre 

1

El bosque de Bolougne

eran melgas de antropología,

rostros plantados 

por simple lujuria del saqueo.


Vi los últimos de su estirpe

ante la mirada de un zoológico perverso.

Quise extirpar en mi don sangriento

esa agonía.


En la Tierra Del Fuego 

fueron obtenidos y de a poco

quedaron sus restos en soplo 

de Europa curiosa.

2

Marchitos de idioma,

un collar kaweskar colgó del cuello 

de un hijo de dioses australes.

Un makun había en otro lugar del jardín.

Y en ese cuerpo estaban tus ojos de nuevo.

No me reconociste en jaulas 

que hicieron parir la dignidad.


Los salvajes, les dijeron

el futuro murmuré.

3

Germinó triste calor de ira 

Renací en una canción cómplice en la figura de la muerte.


Cantaría a las estrellas abriendo mi signo 

Y mis pasados constantes.

Yo era el tiempo. 

Se hizo ceremonia mi deseo

y canté en el gemido más alto que los Andes.


Un coro de áspides lamió mis orejas. 

Sin confusión pude oír las profecías.


Una pitia de Abya Yala 

alucina en fiebre, 

ardida de apariciones.


Un canto me devolvió la gracia, 

tus ojos perdidos en París me trajeron la rabia.

Soñé el tiempo en mi garganta 

dónde leído el destino 

apareados eran los hilos de dioses.

 4

Descubrí la noche de mi flor

En la boca nació la otra yo, 

arrastrada a la cólera silenciosa

definida por trinares vengativos. 

EXT. BOSQUE DE BOLOGNE. NOCHE

Rayen del Kütral canta con voz quebrada, una opereta para la muerte que se aproxima a los prisioneros de los jardines humanos. Hasta caer agotada su voz se rompe, luego entre rabia y sed corre a vaciar las venas de transeúntes parisinos.

Opereta fuera del jardín 

Canto a lo que no tuve,

a las aves extintas y afluentes perdidos,

al maíz quemado en campos imperiales.

Opereta de espanto

Una flor que vive de noche 

escuchó los árboles de nuevo 

Algún hombre confundió mi cuerpo con diosa inca, árabe y china. 

Y me adiestré en ser intocable.


Rayen Quitral me llamaban 

divina india vestida de pálida estrella 

confundidos quedaban en mi canto desnudo.

Canté durante siglos que fueron minutos

en mi boca inmortal.


Nosferatu de nuevo mundo, dijo alguien. 

Y al instante de ser descubierta escapé con mi secreto.


Perdida en el tiempo

dormí bajo un teatro italiano

hasta iniciada una guerra nueva

que partió el mundo en dos.

Vestida de noche hui del viejo mundo. 

Volví al futuro, 

Abya yala indómita ardiendo mi corazón. 

1982 América el nombre de mi hija 

1

Al regreso he sido todas y ninguna.

Diversos nombres y aficiones. 

Nana en éxodo de fundos ardientes 

a la parada de un bus en la capital.


Conocí a mi única hija en una dictadura.

Rostro de un castrato y tus ojos ahí de nuevo.

En neón de un baño, la vi beber de los hombres su deseo.

Cerca del rastro de una luz estroboscópica

reconocí en el aroma de su sangre que se iba en vihda. 


En la tormenta de un cáncer rosa pregunté

¿De dónde vienes?  ¿Cuál es tu nombre?

Américo Curivil, pero me dicen Cookie.

Y supe que seguían sobreviviendo 

en documentos de nación ajena.


En el abaniqueo de un romance

probé su cuello Farinelli.

Por milagro se hizo un cuerpo igual al mío.


Mujer fue abierta en nota estelar 

Cruzada de sed por la otra. 

Le di vida nueva 

y a nadie podría morder 

o condenaría su cuerpo al peso de la historia.

2

Mi piel brotó morena nuevamente.

¿Qué sería de mí si llorara desnuda 

bajo un rayo de sol otra vez? 


Ardo en la paciencia de la noche. 

Abierta en el sonido de tu beso

la soledad de la diva 

decora el perfil de las montañas con tu rostro.


Cuando la primavera cante en ti de nuevo 

recuerda la palabra que inventaste 

para no tener vergüenza


Di el nombre de nuestra tierra

 y de los que habitan un huevo en un nido antiguo

Le hablo a tu memoria 

solicito al eco que despiertes

en un tiempo que nunca inicia y nunca acaba.

Le hablo a tus pies. Despierta en mí, 

donde anida ese recuerdo tan leve,

roca que se hace arena. 


Soy tu madre, tu espía, amante,

dejo un ramo de lágrimas en el borde de una ola

para cuando escuches este canto.

FIN

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