Rapto a la sangre es una ópera vampírica mapuche que sigue la historia de Rayen del Kütral, una cantante de ópera y vampira de cuatrocientos años. A través de su canto, revive la memoria de la colonización, el despojo y la diáspora, cruzando siglos de violencia y resistencia. Desde el Wallmapu hasta Europa y de regreso a América, su existencia es un eco de sangre, furia y nostalgia.
Para Y.H. y el recuerdo
de un concierto de olas, bajo las estrellas Niebla.
Escena
EXT. PLAYA – AMANECER
Rayen del Kütral; cantante de ópera y vampira solitaria de cuatrocientos años, está de pie sobre una roca en la costa del Pacífico. Como todos los días, antes de que el amanecer llegue al litoral que habita, eleva su garganta al cielo. Anclada sobre la dureza de las piedras, deja que las olas y su rumor sean un coro que acompaña su historia.
Todos ellos llegaron aquí con la ira de una sombra
“En cuanto a Colón mismo, el primer día que hizo contacto con el Nuevo Mundo, afirmó: «Yo, plaziendo a Nuestro Señor, llevaré de aquí al tiempo de mi partida seis [nativos] a Vuestras Altezas para que deprendan fablar». El secuestro de este primer grupo en Guanahani, el 14 de octubre de 1492, fue seguido por el rapto de cinco hombres, siete mujeres y tres jóvenes en Cuba, el 12 de noviembre del mismo año, y de cuatro hombres en La Española, el 15 de enero de 1493.”
Zoológicos humanos.
Llegó con la fuerza de la noche
1
Animal fabuloso fui.
Divina cría de la tierra
meciendo en su teta rota
el dolor del viaje.
De tiempo la medida del dolor.
Todo inició a filo de espada
en la sangre del primer caído.
Fuiste tú mi querido, alba que se apaga.
Entre muertos y árboles soñé el futuro de tus
ojos derribados en plena lucha.
En el borde del ataque a siglos de distancia,
te invoqué en mi llaga venidera,
por deseo de vientos circulando.
2
Una sombra bajó en las barcas
junto a esos hombres.
Trajeron consigo el hambre.
Y nadie fue testigo de su gracia, más que yo.
Cuando fue pecado nuestra belleza
para la sombra fue deseo.
Ella notó en mi cuello el sabor del paraíso.
3
En un siglo de colonias.
Huyendo sobre un caballo ardiente, perdí tu amor.
Atrás voces gritaban en antigua lengua
el despojo.
Fui herida por el corte de un santo reino español.
En mi seno abierto nació leche desolada.
Espadas y traiciones hundían estirpes
en lagos de ñachi tibio. Quise morir.
En dramático rescate
la sombra trincó el aliento del hombre armado
que quemó mis campos pretéritos.
Me dio a elegir la eternidad o morir con mi gente.
Escogí perdurar de triste resplandor.
Cercenó mi garganta,
de su mano bebí arcas de voces apiladas.
A laringe cortada intenté vivir paria
en lengua de invasores.
4
Mi piel mudó de luna su color,
pómulos se hicieron Alpes
en caricia de espanto indígena.
Despedí la luz del día,
atormentada de hambre corrí monte adentro.
Buscando la sangre de picaflores y guiñas,
durante siglos Piuchén me gritaron.
No llevaba espada, sólo el filo de mi boca rabiosa.
Llanto intermedio
Sentada en las rocas de la historia
observé el mundo caer
y esperé a que nacieras en otros ojos.
Preñé de efemérides mi vientre
un hijo que nunca pude regalar
a patrones déspotas.
Guerras sucedieron, pirámides aztecas abrieron paso al silencio.
Pensé en contagiar de lunas las naciones en declive.
Pero, ¿qué sería de matrias sin sol que guíe
el rastro de nuestra herencia?
Rayén del Kütral
Flor de fuego,
antigua como américa desnuda de nombre
vigilé el furor cansado del hurto originario.
Sí me habían robado todo y tu boca
yo robaría la noche.
Hui diaspórica a nuevas eras,
y en la ida olvidé mi lengua.
En el canto este pájaro cargaba su propia jaula.
Diaspórica
1
Siguiendo estelas de las primeras barcas,
en documento falso, perdí mi nombre de nacida.
Apetencia de visiones brotaron
en el risco de mi ojo.
No pude soñar jamás nunca
nuevamente la tierra de mis pies.
2
crucé para verte de nuevo
Mares occisos nacieron por garganta sola,
en navíos de lepra esparcida en islas de Polinesia.
A la sombra de Europa fui,
escribí para que ella me encontrara.
Buscaba esa madre de la noche que hizo mi eterna juventud.
3
Me hicieron fumar kimonos de sedas orientales.
Y mi sangre ungida en guerras de opio
olvidó olas del pacífico en antiguo Londres.
Ciudades crecieron más que ríos;
Támesis en mi costado,
Sena lleva una lágrima,
Toltén en el recuerdo.
Llena de sombra poseí
el canto de una estrella
que dijo ser mi abuela.
Rayen me decía. Rayen me decía.
Prendí el resto de mi nombre
para iluminar la historia.
Memoria del canto
Eterna en el tedio de los vivos.
Crucé el tiempo escuchando
lenguas de Abya Yala perecer.
Sofocada en cuellos desnucados,
dejé huellas de sangre sobre la nieve.
En mansedumbre de servicios,
fui polvo que se limpia
en la cocina de Viena.
Detrás de una puerta escuchó un hombre
mi balada austral, mientras barría el silencio de mis pasos.
Tomó mi brazo para dejar de servir
a ellos y servir de nuevo a la noche,
habitar incierta piel sin reino olvidada de Wallmapu.
Enamorada del huir,
una aria manchó mi vestido.
Entre pelucas y luces coreé desganada
y de nórdicas alturas, deserté hasta campos elíseos.
CORO
La nombraron reina de la noche.
El paso de siglos,
eran el parpadeo de una estrella.
Preciosa canción de sangre
1
El bosque de Bolougne
eran melgas de antropología,
rostros plantados
por simple lujuria del saqueo.
Vi los últimos de su estirpe
ante la mirada de un zoológico perverso.
Quise extirpar en mi don sangriento
esa agonía.
En la Tierra Del Fuego
fueron obtenidos y de a poco
quedaron sus restos en soplo
de Europa curiosa.
2
Marchitos de idioma,
un collar kaweskar colgó del cuello
de un hijo de dioses australes.
Un makun había en otro lugar del jardín.
Y en ese cuerpo estaban tus ojos de nuevo.
No me reconociste en jaulas
que hicieron parir la dignidad.
Los salvajes, les dijeron
el futuro murmuré.
3
Germinó triste calor de ira
Renací en una canción cómplice en la figura de la muerte.
Cantaría a las estrellas abriendo mi signo
Y mis pasados constantes.
Yo era el tiempo.
Se hizo ceremonia mi deseo
y canté en el gemido más alto que los Andes.
Un coro de áspides lamió mis orejas.
Sin confusión pude oír las profecías.
Una pitia de Abya Yala
alucina en fiebre,
ardida de apariciones.
Un canto me devolvió la gracia,
tus ojos perdidos en París me trajeron la rabia.
Soñé el tiempo en mi garganta
dónde leído el destino
apareados eran los hilos de dioses.
4
Descubrí la noche de mi flor
En la boca nació la otra yo,
arrastrada a la cólera silenciosa
definida por trinares vengativos.
EXT. BOSQUE DE BOLOGNE. NOCHE
Rayen del Kütral canta con voz quebrada, una opereta para la muerte que se aproxima a los prisioneros de los jardines humanos. Hasta caer agotada su voz se rompe, luego entre rabia y sed corre a vaciar las venas de transeúntes parisinos.
Opereta fuera del jardín
Canto a lo que no tuve,
a las aves extintas y afluentes perdidos,
al maíz quemado en campos imperiales.
Opereta de espanto
Una flor que vive de noche
escuchó los árboles de nuevo
Algún hombre confundió mi cuerpo con diosa inca, árabe y china.
Y me adiestré en ser intocable.
Rayen Quitral me llamaban
divina india vestida de pálida estrella
confundidos quedaban en mi canto desnudo.
Canté durante siglos que fueron minutos
en mi boca inmortal.
Nosferatu de nuevo mundo, dijo alguien.
Y al instante de ser descubierta escapé con mi secreto.
Perdida en el tiempo
dormí bajo un teatro italiano
hasta iniciada una guerra nueva
que partió el mundo en dos.
Vestida de noche hui del viejo mundo.
Volví al futuro,
Abya yala indómita ardiendo mi corazón.
1982 América el nombre de mi hija
1
Al regreso he sido todas y ninguna.
Diversos nombres y aficiones.
Nana en éxodo de fundos ardientes
a la parada de un bus en la capital.
Conocí a mi única hija en una dictadura.
Rostro de un castrato y tus ojos ahí de nuevo.
En neón de un baño, la vi beber de los hombres su deseo.
Cerca del rastro de una luz estroboscópica
reconocí en el aroma de su sangre que se iba en vihda.
En la tormenta de un cáncer rosa pregunté
¿De dónde vienes? ¿Cuál es tu nombre?
Américo Curivil, pero me dicen Cookie.
Y supe que seguían sobreviviendo
en documentos de nación ajena.
En el abaniqueo de un romance
probé su cuello Farinelli.
Por milagro se hizo un cuerpo igual al mío.
Mujer fue abierta en nota estelar
Cruzada de sed por la otra.
Le di vida nueva
y a nadie podría morder
o condenaría su cuerpo al peso de la historia.
2
Mi piel brotó morena nuevamente.
¿Qué sería de mí si llorara desnuda
bajo un rayo de sol otra vez?
Ardo en la paciencia de la noche.
Abierta en el sonido de tu beso
la soledad de la diva
decora el perfil de las montañas con tu rostro.
Cuando la primavera cante en ti de nuevo
recuerda la palabra que inventaste
para no tener vergüenza
Di el nombre de nuestra tierra
y de los que habitan un huevo en un nido antiguo
Le hablo a tu memoria
solicito al eco que despiertes
en un tiempo que nunca inicia y nunca acaba.
Le hablo a tus pies. Despierta en mí,
donde anida ese recuerdo tan leve,
roca que se hace arena.
Soy tu madre, tu espía, amante,
dejo un ramo de lágrimas en el borde de una ola
para cuando escuches este canto.
FIN