Nº 22 | Ensayo | 1580 palabras | L. Morini | Brasil

Los animales han fascinado siempre a escritores y poetas. Han estado en la literatura desde su inicio, en narrativas míticas, las fábulas de Esopo, los bestiarios medievales y modernos, así como en las obras de escritores contemporáneos. Casi siempre antropomorfizados y sirviendo como metáforas y alegorías para las experiencias humanas. Sin embargo, cada vez más escritores están dispuestos a ir más allá del uso meramente simbólico y descriptivo, reconociendo la subjetividad de los animales y traduciendo sus voces a través de la imaginación y la empatía, incluso cuando el mensaje no es halagador para nuestra especie.

A la poesía y literatura inspiradas en animales se les ha convenido llamar zoopoética y zooliteratura, respectivamente. Estos términos fueron presentados por Derrida en su conferencia “El Animal que (luego) estoy”, para referirse a la presencia de animales en las obras de Kafka y de Francis Ponge. En general, la zoopoética se aplica específicamente a la poesía, mientras que el término zooliteratura tiene un alcance más amplio y se refiere al “conjunto de obras (de un autor, país o época) que privilegian el enfoque animal”, según la definición de María Esther Maciel, pionera de los estudios zooliterarios en América Latina.

La zoopoética y la zooliteratura son disciplinas dentro de los Estudios Animales, un campo de investigación transdisciplinario que integra áreas como la zoología, la etología, la filosofía, la antropología, el derecho, la ética animal y las artes, entre otros, con el propósito de estudiar a los animales y la animalidad, así como las relaciones entre animales humanos y no humanos. Por esta razón, aunque las fábulas y bestiarios tradicionales están incluidos en la zooliteratura, esta se centra principalmente en obras y autores que representan a los animales como seres dotados de inteligencia, voluntad y conocimientos propios.

El precursor de esa visión más profunda sobre los animales fue el filósofo Michel de Montaigne que, en el siglo XVI, escribió los ensayos “De la crueldad” y “Apología de Raymond Sebond”. En ellos, Montaigne reflexiona sobre la crueldad de los hombres hacia los animales y defiende la idea de que estos tienen sus propias formas de conocimiento y sabiduría, desafiando el concepto de la superioridad humana. Montaigne instó al respeto y empatía por todas las formas de vida. Sus ideas han influenciado a filósofos y escritores importantes para la zooliteratura, como Derrida, Machado de Assis, J.M. Coetzee, entre otros.

En el siglo XIX, Machado de Assis ya subvertía la noción de fábulas al mostrar animales que no están antropomorfizados. Estos “animales-animales” hablaban lo que el autor creía que dirían si pudieran hacer uso del lenguaje verbal. En “Crônica dos burros”, el autor adopta la perspectiva animal para imaginar a dos burros que debaten los posibles efectos en sus vidas de la substitución de la tracción animal por tranvías eléctricos. Además, Machado de Assis abordó cuestiones éticas, como la vivisección, el consumo de carne y las corridas de toros.  En la novela “Quincas Borba”, el perro y su dueño comparten el mismo nombre, y a veces, sus identidades se confunden, anticipando el cuestionamiento de los límites del humano que caracterizaría la obra de Kafka.

La Metamorfosis de Kafka es considerada un hito en la zooliteratura. Al mostrar a un hombre oprimido por su entorno que se transforma en un híbrido de humano e insecto, la novela difumina las fronteras entre humanos y no-humanos y explora las posibilidades de la transformación y la hibridación. Los animales y otros seres no-humanos son frecuentes en la obra de Kafka. En algunos casos, los animales son utilizados para abordar la opresión, la alienación y la identidad. En otros, cuestionan la jerarquía entre los humanos y los no humanos, como en “Informe para una academia”, donde el simio Peter el Rojo narra en primera persona cómo fue capturado y herido, y el largo aprendizaje que lo llevó a convertirse en “humano”, mientras reflexiona sobre la libertad y la condición simiesca del ser humano.

Otros autores relevantes son Jack London, Patricia Highsmith, E. E. Cummings, Gary Syder, Ted Hughes, Jorge Luis Borges, Augusto Monterroso, Juan José Arriola, Guimarães Rosa, Graciliano Ramos, Clarice Lispector, Wilson Bueno, entre otros. 

La obra de Derrida es fundamental para la zooliteratura. En “El Animal que (luego) estoy”, el filósofo parte de la experiencia de haber sido visto desnudo por su gata para analizar cómo la cultura y la tradición filosófica fueron creadas por hombres que, aparentemente, han visto a los animales como teoremas pero nunca se han sentido vistos por los animales. Y cómo esa desconsideración de la mirada animal ha servido de base para justificar el maltrato hacia ellos. Según Derrida, el concepto mismo de “animal” fue creado en contraposición al de “humano”, de forma que especies tan distintas como protozoarios y elefantes quedaron en la misma categoría. El animal, por lo tanto, es siempre sólo el “radicalmente otro” en contraste con el ser humano. Para Derrida, hay algo más importante que saber exactamente en qué se distinguen los animales del hombre, y sería saber que sufren. Sus pensamientos, si existen, son una cuestión para la poesía.

De igual manera, el escritor J. M. Coetzee cuestiona las filosofías antropocéntricas del Occidente y aborda la cuestión animal en muchas de sus obras. En los romances “Las vidas de los animales” y “Desgracia”, Coetzee explora los posibles nexos entre la violencia contra los animales y la violencia contra humanos y la situación extremadamente marginada de los animales en el contexto de la Sudáfrica post-apartheid. 

La protagonista de “Las vidas de los animales”, Elisabeth Costello, es una escritora vegetariana que denuncia el antropocentrismo, el especismo y la crueldad que marcan la relación entre humanos y animales en nuestra civilización, a través de dos conferencias pronunciadas en la obra. Para Costello, la alteridad radical de los animales hace que sean tratados por los humanos como prisioneros de guerra, a los que se les puede infligir todo tipo de maltrato y crueldad porque no pertenecen a nuestra “tribu”. Al final de la novela, hay ensayos de cuatro pensadores reales (la estudiosa de la religión Wendy Doniger, la primatóloga Barbara Smuts, la teórica literaria Marjorie Garber y el filósofo moral Peter Singer, autor de “Animal liberation”) que amplían el debate sobre el tema.

A través de Costello, Coetzee también apunta el arte como un camino alternativo para entender, utilizando la imaginación empática, lo que es inaccesible para la ciencia. “El corazón es sede de una facultad, la empatía, que nos permite compartir en ciertas ocasiones el ser del otro. (…) Si logro abrirme paso hasta la existencia de un ser que jamás ha existido, está claro que podré abrirme paso también por medio del pensamiento, hasta la existencia de un murciélago, un chimpancé o una ostra, de cualquier ser con el cual comparta el sustrato de la vida”.

En su libro Zoopoetics – Animals and the Making of Poetry, Aaron M. Moe da un paso adelante en la comprensión empática al proponer que los gestos y vocalizaciones de los animales son parte de una retórica corporal común a animales y humanos. De este modo, algunos poetas serían capaces de innovar su poesía a través de la observación atenta y la imitación y re-creación de los gestos animales.

Un ejemplo de esto es el poema “Rattlesnakes Hammered on the Wall” de Ray Gonzalez, que describe serpientes clavadas en la madera. A medida que el poema avanza, el ritmo de los versos cambia, reflejando el peso y la agonía de los cuerpos de las serpientes. Al final, estos cuerpos se transforman en “palabras retorcidas” que “no podemos comprender”, pero que, a través de la empatía con su sufrimiento, nos comunican su protesta contra la crueldad abyecta infligida sobre ellas.

Además, según Moe, los animales también son sensibles a la retórica corporal de otros animales y humanos, y pueden innovar sus propios gestos y vocalizaciones a través de estas interacciones. Los animales también son criadores; por ejemplo, los pulpos mímicos simulan la forma y los gestos de serpientes marinas y peces peligrosos con la gracia de actores para protegerse. Los gatos han adaptado sus gestos y vocalizaciones para comunicarse con los humanos, y las belugas en acuarios han desarrollado nuevas formas de manipular sus sacos vestibulares para imitar patrones del habla humana.

Finalmente, Moe llama la atención sobre la dimensión ética de la zoopoesía, considerando que muchos de estos animales están en peligro de extinción o han modificado sus vocalizaciones como consecuencia del cautiverio.

Por lo expuesto, son diversas las maneras en las que la zoopoética y la zooliteratura pueden cambiar nuestra perspectiva y actuar en beneficio de los animales: cuestionando las formas de pensar antropocéntricas, exponiendo y fomentando el debate sobre la crueldad hacia los animales, mostrando que los límites entre lo humano y lo animal no son tan nítidos como se supone y reconociendo la alteridad de los animales de una manera positiva, entre otras. ¿Pero son suficientes?

Al final de “O animal escrito”, Maria Esther Maciel resalta la responsabilidad ética y estética de los autores que escriben en un tiempo en el que las especies se extinguen y la reflexión sobre la crueldad contra los animales es urgente. Lo cual, aun en sus palabras, no garantiza que la literatura pueda cerrar algún día los mataderos. Ciertamente que no. Para que la literatura pueda cambiar la situación de los animales, tal vez sea necesario invertir simbólicamente el proceso zoopoético descrito por Moe y, partiendo de la poesía y la literatura, llegar, a través de la empatía, a los gestos concretos en favor de los animales.


Referencias

Coetzee, J. M. .(2001). Las vidas de los animales. Barcelona, Random House.

Craveiro, P. (2021). A alteridade animal em Machado de Assis: Da crónica ao conto. Revista Dobra, 7. 

Derrida, Jacques. (2008). El animal que luego estoy si(gui)endo, Madrid, Trotta.

E. González. (2017). Franz Kafka: culpa, ley y soberanía. Universidad Pontificia Bolivariana. http://hdl.handle.net/20.500.11912/3427.

Kafka, F. (2020). Obras completas: nueva edición integral (biblioteca iberica nº 9). eBook Kindle. Wisehouse Publishing. 

Maciel, M. E. (2011). A vida dos outros: J. M. Coetzee e a questão dos animais. Aletria: Revista De Estudos De Literatura, 21(3), 91–101. https://doi.org/10.17851/2317-2096.21.3.91-101

Maciel, M. E.  (enero 2016). A zooliteratura tem um enfoque multifacetado. Revista Continente. https://revistacontinente.com.br/edicoes/181/-a-zooliteratura-tem-um-enfoque-multifacetado-

Maciel, M. E. (septiembre-octubre 2010). Animais poéticos, poesía animal. Suplemento literário de Minas Gerais. Animais escritos, (1332). Secretaria de Estado de Cultura de Minas Gerais.

Maciel, M. E. (2017). Ficções Caninas em Clarice Lispector e Machado de Assis. Journal of Lusophone Studies (2.2), 38-55.

Maciel, M. E. ( 2008). O animal escrito – um olhar sobre a zooliteratura contemporânea.  São Paulo: Lumme Editor.

Maciel, M. E. (2020) Zoopoéticas Contemporâneas. Cadernos Ultramares, Lisboa, Oca Edições.

Moe, Aaron. ( 2014). Zoopoetics: Animals and the Making of Poetry. Lanham, MD: Lexington Books.

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