Lo grotesco del hambre homosexual

Reseña y análisis por «Los libros después de la peste» (Parte 1 y parte 2).

Sinopsis

Siempre nos han definido con una identidad preestablecida. Nos establecen dentro de una categoría, una norma social, con patrones de comportamiento y características fijas y rígidas. Somos un molde que debe actuar de una cierta forma. Pero, ¿deberíamos ser de esa manera? Dentro de una perspectiva de género queer/cuir, no tenemos la obligación de ser así. No necesariamente tenemos una identidad preestablecida, ni cumplimos patrones de comportamiento y características fijas y rígidas, ni somos un molde.

¿Qué es lo queer/cuir? ¿Cómo se plantea lo queer/cuir en la literatura?

Para David E. Muñoz, en el texto Géneros Fronterizos, presente en la revista IMAGI vol 03, lo queer/cuir se refiere a “un modo de existir en lo social que esquiva las nomenclaturas e imposiciones de lo tradicional, pero que no necesariamente escapa de las mismas trampas”. Lo queer/cuir trata de trascender de lo tradicional. En ese mismo marco, para Gabriela Gónzalez en su texto Teorías de la disidencia sexual: de contextos populares a usos elitistas. La teoría queer en América latina frente a las y los pensadores de disidencia sexo genérica, lo queer/cuir se plantea en la literatura latinoamericana como una forma de interacción constante entre disidencias sexuales y un contexto social similar o diferente, con sus propias problemáticas y formas de resistencia, en un espacio que puede tender a lo queer/cuir. Lo queer/cuir no tiende a lo fijo, debe devenir en diferentes caminos, que pueden desafiar las convenciones establecidas. En ese plano, podemos situar Hambre de Xelsoi.

xelsoi es influencer, tallerista y escritor. Ganó la mención honrosa en el premio Óscar Castro Zuñiga (2023), con una versión anterior de Hambre. En esta versión, publicada por Laboratorio Editorial IMAGINISTAS e ilustrada por TopoPanda, nos plantea una nueva y/o distinta visión de los límites del deseo humano, amparado en los recursos literarios de la ficción especulativa.

“Debían acercarse cada vez más para entenderse. Luciano era delgado y desde la camisa se asomaban los tendones de su cuello. Su piel, apenas dorada por el sol, parecía suave. Algunas venas se traslucían moradas a través de ella. Domingo sentía la tentación de probarla. Morderla con delicadeza, quemarse la lengua con el alcohol de su perfume”.

En su habitación, Domingo, el protagonista del relato, se prepara para salir a la fiesta de Nicolás, su compañero de departamento. Con una vela roja en su escritorio, que simula un trozo de carne cruda, el ritual ha comenzado. Su cuerpo aparece en escena. Ese dedo corazón resalta el sabor de su carne. Los sonidos se hacen patente en el exterior. Su reflejo es parte clave de su culto, de ese nombre que él repite una y otra vez, en la profundidad de una noche que lo llevará a enfrentarse con sus propios límites.

En el exterior, Domingo observa el vacío de actos sociales repetitivos y monótonos. Al más fiel estilo de un vampiro moderno, se deslumbra con las nucas o cuellos de los invitados. Entre preguntas incómodas e insulsas, solo esperaba a una persona, a un nombre que se le repetía una y otra vez en la cabeza, y en esa boca que no lograba liberarlo.

La noche seguía. Los cuerpos lo embelesaban. Cervezas frías interrumpían en la luz de Luciano. Domingo sentía la tentación de probar las venas que se traslucían en su piel, de ese dorado indescifrable. Lo besó. Excavó las profundidades de su boca. Buscaba algo, pero no estaba ahí, estaba en otro nombre. Un nombre que apareció en su pantalla. Un nombre que lo llevó a abandonar la luz y adentrarse en las profundidades de un regalo no merecido.

Mateo. Siempre fue Mateo. Un inicio gris que poco a poco se tornaba de colores refulgentes y enceguecedores. Todo estaba por empezar, por terminar o no lo sabemos. Los reflejos aparecen como sombras en el exterior, pero el interior ya no muestra nada. Es tiempo de terminar entre palabras que solo callan.

“Parpadeaban sobre la escena, fundiéndola en negro y luego revelándola con algún color. Domingo se esforzaba por seguir esos fotogramas. Verde, la rodilla de Mateo rozándose con alguien más. Luego negro. Amarillo, Mateo y ese sujeto conversando en la ventana. Negro, otra vez. Rojo, la mano del tipo posándose sobre el hombre de Mateo. Negro. Celeste, el tipo solo, mirando su celular. Negro”.

Hambre se constituye como una relato claro, conciso y esclarecedor de la realidad queer/cuir actual, al plantearnos disonantes y disidentes límites de nuestras pasiones. A la par, nos muestra diferentes espacios o escenarios queer, entrecruzadas con elementos o símbolos que transitan desde lo ritual/clásico hasta lo digital/actual. En ese mismo marco, construye relaciones sociales que devienen en una simbiosis de los elementos anteriormente mencionados, y en una apatía o descrédito por los patrones sociales reiterativos y monótonos.

Hambre es un relato que representa lo queer/cuir actual, donde no consigue establecerse dentro de un límite, ya que va más allá de éste. Nos plantea diversos dilemas psicológicos, sociales y éticos, sin una respuesta fija ni clara, como un buen escrito de ficción especulativa. Es un relato, que me atrevería a catalogar, inclusive más allá de las barreras de un género literario. Hambre devora su propio género.

Análisis

Hambre, escrito por xelsoi, es un relato que se enmarca dentro del género de ficción especulativa, con una trama que gira en torno al erotismo y el terror. Implementando lo gótico y lo vanguardista dentro del abanico de técnicas literarias. Además, su historia le permite constituirse como un libro queer/cuir en el contexto latinoamericano actual, aunque asume el uso de elementos que escapan a la categorización de su territorio, situándose dentro de un espectro europeo, sobre todo en cuanto a su estilo y temáticas.

El personaje principal de la historia es una persona homosexual, un hombre gay. El autor deposita el idealismo sexual y afectivo dentro de su personaje para subvertir y manipular dichos ideales, asomándose a las formas grotescas de lo aterrador. Existe una resignificación del mito de Narciso, pero también se señalan aquellos modismos aterradores dentro de la comunidad LGBTIQ+. Por ello, la patología narcisista no calza del todo con las pretensiones del autor, sino más bien las patologías disfóricas de la percepción del sí mismo en su materialidad corpórea. El cuerpo como el impedimento del deseo sexual y afectivo del hombre homosexual es uno de los principales conflictos dentro de la comunidad y del libro.

No es un misterio que dentro de la comunidad de hombres homosexuales existen una serie de dilemas, problemas o necesidades, que se vinculan a su propia identidad y a sus relaciones con otros hombres. Uno de los principales conflictos psicosociales dentro de la comunidad es la disforia del cuerpo, una disforia de género corporal. Entendiendo la disforia como un malestar, angustia o incomodidad frente al propio cuerpo o del resto. Los individuos, en este caso, hombres gays exigen, dentro de una relación o a sí mismos, que se cumpla ciertos estándares del cuerpo y se percibe una hipersexualización del individuo. Este primer aspecto no es necesariamente el problema, puesto que todas las personas somos libres de tener alguna expectativa (a futuro) con quién sostenemos una relación afectiva y sexual. El dilema son las pretensiones irreales y la gordofobia expuesta hacia las personas.

Los idealismos y pretensiones sobre el cuerpo gordo o flaco, dentro y fuera de las mentalidades normalizadas de hombres gays han sido todo un conflicto dentro de la comunidad. Esto ha dejado a la palestra los problemas mentales de personas homosexuales dentro del campo de las relaciones afectivas, sociales y sexuales. La disforia de género corporal está presente en la obsesión de Domingo hacia Mateo, quien observa en aquel sujeto solo un objeto sexual, donde la hipersexualización en la usual vivencia juvenil de los homosexuales es representada de manera notable dentro del relato.

“Domingo se quedó de nuevo, solo, en el baño. Se acercó la mano a la cara para olerla. Sintió el olor de la sangre mezclándose con el de la saliva. En su palma cargaba el beso de Mateo. El único que había tenido y el único que tendría. Se le devolvió a través de su mano. Con la lengua se abrió camino hacia la carne, deshaciendo el papel. Imaginaba la boca de Mateo mientras exploraba las fronteras de su propia llaga”.

El narcisismo es otro de los principales problemas que pronto han sido catalogados como propios de la comunidad LGBTIQ+. Dicha cuestión, es posible tomar dentro del propio texto, donde el canibalismo puede reflejar el narcisismo. Debemos poner una protesta frente a esta interpretación, ya que carece de un fundamento psicológico estable y respaldado. A pesar de que a nosotros nos parezca que muchos individuos son narcisistas, gran parte de aquellas personas en realidad tienen conflictos personales que enmascaran con un egocentrismo actuado. Por tanto la representación como un narciso gótico y grotesco de Domingo es más acertada solamente por su inferencia.

Creo que la interpretación más acertada se propone desde el psicoanálisis y de la teoría queer de Preciado. Si el psicoanálisis propone pensar el falocentrismo desde una perspectiva donde es un objeto de deseo, entonces Preciado propondrá que desde el mundo inconsciente todo logra la potencialidad de un falo en el mundo material. En su Manifiesto contrasexual, Paul B. Preciado señala que el brazo y uno mismo (cuando se para derecho) logra crear una performance del falo, al muy buen sentido freudiano, a pesar que sus explicaciones están enmarcadas dentro de una destrucción crítica del falocentrismo, de la búsqueda y de la paranoia de diagnosticar falos simbólicos en todos lados, el autor logra dar con el ejemplo clave dentro de la interpretaciones del arte. El objeto simbólico en potencia de falo es el brazo y la mano.

El brazo y la mano representan de manera inconsciente el deseo afectivo y sexual que solo puede entregar el falo. La representación de la carne y lo corpóreo del habitar homosexual se resuelve en el “sí mismo” del personaje principal. La salida de la excitación y la frustración que suelen ser saciadas por otro hombre puede recaer en sí mismo. La posibilidad de que el final de Hambre sea una forma de autocomplacencia, una especie de masturbación psicológica llevada a la carne nos parece más cercano a la realidad poética del autor.

Bajo ella también tenemos una serie de interpretaciones que se pueden dar a la mano, no sólo una interpretación carnal. La mano ha representado en múltiples épocas y bajo sus distintas posiciones las formas de comunicación humana más refinada de la pintura. Las manos cuando se les atribuía un significado divino, los pintores, juntaban el dedo medio o corazón con el anular. También podemos ver los Juan Bautista y los San Juan apuntando a múltiples locaciones en muchos de los pintores del renacimiento en adelante. El cuadro que nos ayuda a comprender la tendencia de xelsoi es Saturno devorando a su hijo de Francisco de Goya; el cuadro recrea la tendencia simbólica psicoanalítica del Padre y el hijo.

En dicho cuadro, podemos observar a Saturno de cuclillas tomando al hijo por su torax y con medio brazo en la boca. El deseo de ser el único gobernador del Mundo, lleva a Saturno a tragar-comer-devorar a sus hijos, para conservar su poder. Como vemos en el cuadro, lo gótico y lo grotesco está también presente, y está representando el deseo y excitación egoísta del poder ser el único gobernador del mundo. En Hambre, el deseo proyectado en Mateo y las formas en que Mateo esquiva cada alusión afectiva y sexual para no completarla, llevará a Domingo a entrar en el desespero y la falta de consumar el deseo, mientras las pistas del textos referentes a una autofagia, en el comienzo de este, logrará su punto culmine.

La medida desesperada de Domingo será devorar lo único que Mateo le dio en aquella noche: un beso en la palma de la mano.

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